El
aguascalentense Joselito Adame resultó triunfador del mano a mano con El
Zotoluco en un encuentro de figuras del toreo en el que la juventud se impuso
sobre la maestría.
Joselito Adame fue el
triunfador del mano a mano celebrado en el tercer festejo conmemorativo de los
120 años de la Plaza al cortar dos merecidas orejas luego de una faena de mucha
exposición.
Zotoluco fue injustamente
abucheado al abandonar la plaza mientras Joselito Adame era paseado a hombros,
un contraste notable, pero de este enfrentamiento alguna consecuencia tenía que
resultar: el encumbramiento que día a día logra Adame como figura del toreo y
la lucha constante de Eulalio para defender su sitio.
Anoche la plaza El Paseo
registró más de tres cuartos de entrada para ver el esperado mano a mano entre
el hidrocálido Joselito Adame y el capitalino Eulalio López “El Zotoluco”.
Se lidiaron astados de la
ganadería de Marrón, bien presentados pero desiguales en juego, al primero de
la noche se le dio arrastre lento de forma inexplicable pero, todo lo que
ordena Usía ya es inexplicable; el cambio sigue siendo urgente por el bien de
la Fiesta.
EULALIO LOPEZ “EL ZOTOLUCO”
(Verde botella y Oro).- El primer ejemplar de la noche se llamó “Negrito” que
se dejó torear pero al final buscaba peligrosamente las pantorrillas del
torero. El diestro toreó por verónicas y con la muleta hizo una faena
voluntariosa y de dominio quitándose las cornadas; mató de estocada desprendida
pero se retiró en silencio.
Su segundo “Cominito” fue
soso pero Zotoluco se esforzó por hacerle fiestas logrando extraer muletazos a
un toro que pasaba por la muleta; pasaba pero sin embestir; pinchó a la hora de
la verdad para escuchar palmas.
Su tercero “Charrito” le
permitió torear a su estilo, la larga de rodillas, los pases de derecha,
naturales, el encimismo, el abaniqueo, los desplantes, pero pinchó antes de la
estocada caída para ser silenciada su labor.
JOSELITO ADAME (Negro y
oro).- Le cortó las dos orejas a “Cubetero” que comenzó flojo al embestir, de
hecho quien le embistió fue el torero y de una forma temeraria ya que con un
excepcional juego de muñeca con la mano derecha guiaba al toro hacia la pierna haciendo
que el cuerno del morito le sobara el muslo arrancando los alaridos del
respetable; mató de un volapié perfecto para que el afán protagónico del juez
de plaza hiciera otorgar una oreja y fueron necesarios los recordatorios
familiares para que mostrara el segundo pañuelo y así el hidrocálido paseara
los apéndices.
Cerró plaza “Alabdon” con el
que se lució instrumentando el quite clásico del joven destro: la zapopina de
ahí siguió un gran esfuerzo para arrancar muletazos pero era más fácil sacar
agua de las piedras; la voluntad de Adame le redituó en ovacion.
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